Así. Discretos, pero siempre con la sonrisa puesta, Rocío y Otto se dieron el ‘Sí, quiero’ en Vila Delia, un antiguo huerto de naranjos reinventado en Picaña (Valencia) que mantiene el encanto mediterráneo. En una boda original y con historia. Cada detalle, cada minuto, nos tenía reservada una sorpresa. Así, cada instantánea, esconde una historia que contar.
Otto fue el protagonista en algunos de los discursos, entre las amigas de la novia que querian una foto ‘con el hombre del momento’. Rocío sonriente siempre. Ellos solos, con los ‘peques’ de la boda, con sus amigos. Y eso que vivieron situaciones ‘al límite’, como cuando Rocío no llegaba a tiempo al enlace ¡por un atasco en la carretera! Casi llega escoltada por la policía (¡lástima de fotografía!) pero al final todo salió bien. La ceremonia fue realmente emotiva, con sonrisas, risas y alguna que otra lágrima. Cuando el padre del novio, fascinado por la ópera, cantó para ellos, todas las emociones se multiplicaron por mil.
Pero aún quedaba tanto por vivir: algunos de los ‘invitados’ (bailarines profesionales contratados para el momento) se levantan, se ponen a bailar ¡y son seguidos por los invitados que acaban convirtiendo el salón en una improvisada pista de baile con una coreografía que deja a los novios fascinados.