Por fin llegó el día de la boda y con él emoción y nervios a partes iguales. Por suerte, María, Esteban y yo ya nos conocíamos. Habíamos hecho una sesión de preboda juntos, por lo que durante la gran celebración pudieron relajarse, olvidarse de las fotos, y simplemente disfrutar de su día.
Fue fácil conseguir unas tomas bonitas, ya que el escenario era una preciosidad. La ceremonia se celebraba en Alboraya, en la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, una pequeña joya del s.XVII llena de vida e historia y el convite en la Masía Virgen de Aguas Vivas. Además, en esta boda había mucho, muchísimo amor y eso en la fotografía, se nota.